Innovador sistema permitirá estimar la cantidad de uva de mesa que puede entregar un huerto.

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uva de huertoEl Índice de Fertilidad Vegetal (IFV) se desarrolla en el marco de un proyecto que cofinancia FIA y apunta a introducir nuevas herramientas para mejorar la competitividad de los productores.
En una solución a nivel mundial en el proceso de estimación de cosecha, aspira a convertirse el Índice de Fertilidad Vegetal (IFV), un innovador sistema que se desarrolla en el marco de un proyecto cofinanciado por la Fundación para la Innovación Agraria (FIA), del Ministerio de Agricultura, y que apunta a generar herramientas que permitan mejorar la competitividad del sector frutícola.
La iniciativa, ejecutada por la empresa TDC, busca reemplazar la metodología de análisis de yemas que hoy se utiliza y que data de 1930. Esta técnica tiene una serie de inconvenientes que la hacen poco atractiva y menos práctica para los productores como sus bajos porcentajes de exactitud (entre el 50 y 60%); no hay certificación de la información obtenida; es demasiado lenta para la entrega y obtención de resultados y requiere de personal capacitado con gran tiempo de experticia y dedicación.
Además, el conteo de yemas es un proceso disruptivo, es decir, hay que diseccionar la muestra y extrapolar sus resultados a un cuartel completo.
“El test pack IFV no requiere de gran experticia ni de sofisticados microscopios. Entrega mayor precisión y fiabilidad en un menor tiempo, pudiendo los productores generar curvas de producción y procesos, lo que ayuda a estimar los recursos necesarios para la cosecha, como la cantidad de mano de obra, materiales, número de fletes y mercados de destino de una manera muy exacta”, explica el coordinador del proyecto, Francisco Villalón.
La nueva herramienta funcionará como un verdadero “test de embarazo de la uva”, que mediante la aplicación de sólo algunas gotas del producto, permitirá determinar si la yema se convertirá en uva o en follaje, estimando la productividad de un cuartel.
Este sistema viene a responder a la necesidad que tiene el rubro de uva de mesa de aumentar su competitividad, considerando que la demanda y precio de esta fruta presenta un comportamiento errático en los últimos años, principalmente por la fuerte irrupción de las denominadas “súper frutas”, como el arándano, cranberry y mandarina, ricas en antioxidantes y fitoquímicos, que están siendo preferidas por los consumidores en desmedro de las frutas tradicionales.
Datos de TDC detalla que, por ejemplo, en Estados Unidos, Inglaterra y China la demanda de arándanos en el período 2005-2010 aumentó  13,7%, 69,6% y 7%, promedio anual respectivamente, mientras que el consumo de uva experimentó un estancamiento con cifras de 1,1%, -0,1% y 0,8% para los mismos mercados.
“Esta menor intensidad de la demanda hace prever que, en el largo plazo, sólo se mantendrán en el mercado los productores más eficientes y de mejor calidad. Una importante herramienta es la planificación de la cosecha en los términos más exhaustivos posibles y en ese ámbito se inserta este proyecto que está cofinanciando FIA”, enfatiza la ejecutiva de innovación de FIA y supervisora de la iniciativa, Loreto Burgos.
Mercado y costos
De acuerdo a estimaciones de TDC el mercado potencial para el nuevo sistema es enorme si se considera que la superficie mundial plantada con parronales alcanza, según cifras de la FAO, a más de 7,58 millones de hectáreas.
Según la Organización Mundial del Vino (OIV), la producción mundial de uva de mesa está liderada por China, con 6,0 millones de toneladas, seguida por India (2,2 millones), Turquía (1,8 millones), Irán (1,5 millones), Italia (1,2 millones), Estados Unidos (0,91 millones), Chile (0,89 millones) y Brasil (0,69 millones).
“En cuanto a Chile, existen alrededor de 53.616 há. de uva de mesa, lo que genera grandes expectativas respecto del éxito del proyecto una vez que se lance al mercado como un producto comercial. Los alcances son tan grandes que perfectamente el IFV podría patentarse y licenciar su uso a laboratorios con distribución global”, estima Villalón.
Respecto de los costos, el coordinador del proyecto informa que el sistema actualmente utilizado demanda una inversión, por cada muestra, de entre  $10.000 y  $12.000 por hectárea. El test IFV tendría  valores asequibles a cualquier tipo de productor de vides, lo cual podría traducirse en un aumento del número de hectáreas muestreadas, y determinar con mayor exactitud los niveles y estimaciones productivas de cada campo.
 

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